Poder político y polémicos antecedentes: qué hay detrás de San Antonio Bulo Bulo, el rival de Vélez en la Copa Libertadores
El humilde conjunto de Cochabamba tuvo un crecimiento fugaz y hoy se codea con los más grandes de Sudamérica. ¿Cómo lo hicieron en tan poco tiempo? ¿Quién está detrás y cuáles son los motivos?

Hace prácticamente un año atrás, el 5 de mayo del año pasado, San Antonio Bulo Bulo, un equipo desconocido con un escudo muy parecido al de la Selección de Brasil, ganó sorpresivamente el Torneo Apertura de Bolivia y obtuvo el primer cupo a la Copa Libertadores 2025.
Su carta de presentación en el certamen más importante del continente fue con una victoria agónica por 3 a 2 ante Olimpia. Luego cayó ante Peñarol en el Campeón del Siglo y este miércoles desde las 19 recibe a Vélez en el Félix Capriles de Cochabamba. Pero el ascenso a la élite de esta humilde institución no fue casual y tiene un trasfondo político que explica por qué está donde está.
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Fue fundado por un sacerdote de la Parroquia de San Antonio de Padua en el año 1962 y él mismo se hizo cargo del equipo durante sus primeros años de existencia. La iglesia está ubicada en una zona estratégica de Cochabamba, muy cerca de la estación de trenes, de la terminal de ómnibus y a metros de un mercado muy importante de la región llamado La Cancha, que adquirió este nombre ya que los hijos de los comerciantes jugaban a la pelota en una pequeña canchita de tierra a metros del lugar.
Durante sus inicios el club fue muy pobre. Reclutaba jugadores de la zona y disputaba torneos de menor envergadura. De hecho, a los futbolistas se les pagaba con helados de canela, una clara de la falta de recursos económicos que había en ese entonces.

Ahora bien, ¿cómo se produjo este ascenso repentino hacia la élite del fútbol sudamericano? Para comprenderlo hay que meterse en la política boliviana. La figura de Evo Morales, uno de los referentes más importantes de la región en las últimas décadas, es muy fuerte en el Trópico de Cochabamba, una región selvática, muy fértil, donde una de las principales actividades económicas es la plantación de hojas de coca. De hecho, en la zona opera una organización llamada Seis Federaciones del Trópico, encargada, entre otras cosas, de pelear por los derechos de los trabajadores de la zona y de preservar los recursos naturales del lugar.
El expresidente de Bolivia, con pasado como futbolista en categorías menores, siempre quiso potenciar un equipo de la región. En primer lugar lo intentó con el Club Atlético Palmaflor, una joven institución fundada en 2008 bajo el nombre de Club Municipal Vinto. Además de cambiarle el nombre, lo mudaron a la ciudad de Quilacollo y colocaron en la dirigencia a alguien de su confianza. La institución creció, logró el ascenso a la Primera División en 2019 y al año siguiente se clasificó a la Copa Sudamericana.
Sin embargo, con la renuncia de Evo a la presidencia en noviembre del 2019, en un contexto de protestas, acusación de fraude por parte de gran parte del espectro político del país y una solicitud de las Fuerzas Armadas a que dejara su cargo, su influencia sobre Palmaflor lógicamente cayó. A tal punto que en diciembre del 2023 el club descendió istrativamente tras una demanda de los jugadores por sueldos impagos y abandono dirigencial. Hoy está desaparecido.

Cuando la situación se estabilizó, decidieron volver a probar suerte con un equipo de la región y se decantaron por San Antonio. Lo mudaron de la capital de Cochabamba a Entre Ríos, un pequeño pueblo de 8.000 habitantes que posee una Planta de Amoniaco y Urea istrada por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. En 2020 inauguraron el estadio Carlos Villegas (expresidente de la YPFB y hombre de confianza de Morales), un recito con capacidad para 17.000 espectadores, más del doble de la población de Entre Ríos. Además, colocaron como presidente a Juan Tardío, un exprofesor de educación física sin antecedentes en cargos jerárquicos dentro de una institución.
El crecimiento fue repentino. En 2021 ganaron la Primera A de Cochabamba -lo que sería la tercera división del fútbol boliviano- tras vencer 2 a 1 a Nueva Cliza en la final. Ese mismo año disputaron la Copa Simón Bolívar, certamen que otorga uno o dos ascensos a la máxima categoría y que tiene un formato muy particular. Se disputa de agosto a diciembre y consta de varias fases, donde participan los mejores equipos de las nueve provincias hasta llegar a una instancia que define a los ganadores.
San Antonio disputó tres años consecutivos el torneo y en 2023 consiguió su tan ansiado boleto para la Primera División. Quedó primero en el grupo de Cochabamba, hizo lo propio en la zona E de la fase uno y así obtuvo su pasaje a los octavos de final. Eliminó a Totora Real Oruro, Deportivo Municipal, Nueva Santa Cruz y accedió a la final ante Gualberto Villarroel. Tras empatar 1 a 1 en el global cayó por penales y debió jugar una promoción frente a Libertad Gran Mamoré. Esta vez sí se impuso desde los doce pasos y ascendió a la División Profesional por primera vez en su historia. Por supuesto que no estuvo exento de polémicas: hubo resultados algo extraños, como un 12 a 0 frente a San Lorenzo del Beni, o algunos discutibles fallos arbitrales a su favor.

En su debut en la máxima categoría del fútbol boliviano se produjo la gran hazaña: ante todo pronóstico se consagraron campeones. Se realizó un torneo seriado, con cuatro grupos de cuatro equipos cada uno. San Antonio formó parte del A, con The Strongest, Real Tomayapo y Real Santa Cruz. Clasificó segundo con 14 unidades, por detrás de los Tigres, a los que golearon 5 a 1 en su presentación en Primera.
Accedieron a los cuartos de final y les tocó Bolívar, a priori el equipo más fuerte del certamen. Pero el conjunto paceño estaba centrado en superar la fase de grupos de la Copa Libertadores, algo que terminó consiguiendo. Por este motivo, no le dieron mucha importancia al certamen local y terminaron cayendo frente al humilde equipo de Cochabamba tras un 1 a 0 en Entre Ríos y un 1 a 1 en el Hernando Siles.
En semifinales vencieron sin atenuantes a Independiente Petrolero y accedieron a una sorpresiva final ante Universitario de Vinto, otro equipo emergente de Cochabamba. Se impusieron por 3 a 2 y dos de los goles en aquella instancia decisiva los anotó el argentino Felipe Pasadore, quien llegó al club tras postularse por Facebook.
Debido a que no había clubes muy convocantes, el encuentro decisivo no tuvo demasiada repercusión en Bolivia, pero poco le importó a San Antonio Bulo Bulo, que obtuvo su primera estrella, el boleto hacia la Copa Libertadores y embolsó tres millones de dólares.

Otra cuestión importante a tener en cuenta es la relación de San Antonio con el poder del fútbol boliviano. El plantel actual cuenta con algunos exfutbolistas de Always Ready, club que preside Andrés Costa, hijo de Fernando Costa, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol que a su vez tiene una muy buena relación con Evo Morales (ha llevado varios torneos nacionales e internacionales a Cochabamba). La camiseta de esta temporada, por otra parte, está sponsoreada por la Universidad Técnica Boliviana (UTB), propiedad de Costa padre.
Pero el club tiene un gran problema: la logística. El hecho de escalar de manera fugaz no permitió aún reinvertir los ingresos en construir, por ejemplo, un centro de entrenamiento y practican 'de prestado' en diferentes predios de la zona. "Nosotros entrenamos en Cochabamba, a cinco horas en micro del estadio. Durante el verano, en época de lluvias entrenamos mayormente en canchas de sintético de fútbol siete. En ese sentido el fútbol boliviano está algo atrasado", comenta Braian Salvareschi, defensor argentino que arribó al club en febrero de este año.
Por esta razón San Antonio se quedó sin entrenador apenas diez días antes del debut frente a Olimpia por Copa Libertadores. Julio César Baldivieso, extécnico de la Selección de Bolivia, renunció argumentando que la dirigencia "no le estaba entregando al primer plantel las condiciones adecuadas para su preparación" y que "no contaban con una cancha reglamentaria con césped natural para los entrenamientos", según informó el diario boliviano Los Tiempos.
Lo sucedió Joaquín Monasterio, un joven entrenador de 40 años que tuvo un puñado de entrenamientos para preparar al plantel de cara a uno de los partidos más importantes de su historia. "Llegó a pocos días del debut por Libertadores y el plantel se adaptó rápido a su idea. Trajo un profe argentino y le dio más seriedad al tema de la preparación física y la alimentación", explicó el zaguero que hizo inferiores en River.

En este contexto convulso, San Antonio recibió a Olimpia en el Félix Capriles (el Carlos Villegas no fue habilitado por CONMEBOL para competiciones internacionales). Pese a los 2.500 metros de altura de Cochabamba, los pronósticos vaticinaban una derrota del desconocido equipo boliviano ante uno de los gigantes del continente que venía de ser campeón del fútbol paraguayo y en ese momento todavía contaba con Martín Palermo en el banco de suplentes. Sin embargo, como acostumbraron a hacer en los últimos años, sorprendieron a propios y extraños y se quedaron con una agónica victoria por 3 a 2.
Para Salvareschi fue fundamental la ventaja geográfica: “Nosotros lo preparamos sabiendo que podíamos sacar ventaja con la cuestión de la altura. Tuvimos un planteo más ofensivo y lo fuimos a buscar pese a que nos empataron dos veces".
Una semana más tarde debían enfrentar a un golpeado Peñarol en un Campeón del Siglo vacío. Pese a que la falta de público podía ser una ventaja, el gran déficit de los equipos bolivianos es jugar fuera de su casa, y este partido no fue la excepción. Con pocos argumentos ofensivos, cayeron 2 a 0 sin mayores atenuantes.
"Contra Peñarol cambiamos la idea, porque ellos de locales se hacen muy fuertes; necesitaban ganar porque no venían muy bien, también podía condicionar un poco el árbitro. Buscamos hacer un partido más centrado en estar ordenados atrás y aprovechar los contraataques. Lo hicimos muy bien, pero no nos alcanzó. Nos metieron el primer gol de pelota parada y el segundo de contragolpe cuando yo estaba de nueve buscando el empate", explicó el exdefensor de Godoy Cruz, que jugó ambos partidos de líbero en una línea de tres centrales.
Ahora llega el Fortín, un equipo que viene en levantada con Guillermo Barros Schelotto en el banco de suplentes, tras un pésimo comienzo de año de la mano de Sebastián Domínguez. Una victoria de San Antonio los colocaría primeros del grupo H y con serias chances de clasificar, al menos, a los playoffs de la Copa Sudamericana.
"Sabemos lo fuerte que es Vélez, lo demostró en los dos partidos anteriores, y que va a querer venir a ganar acá. Pero yo creo que les va a jugar en contra el tema de la altura. Obviamente que nosotros lo vamos a respetar porque son un gran rival, pero vamos a salir a atacarlos porque queremos los tres puntos", comentó el argentino. Y añadió: "Nuestra idea es ganar todos los partidos de local, aprovechando la ventaja de la altura".
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“Sinceramente no conocía mucho al club, pero me motivó la posibilidad de jugar fase de grupos de la Copa Libertadores, es una oportunidad única”, sentenció Salvareschi acerca del motivo de su arribo. Y esta frase define perfectamente la dicotomía que plantea San Antonio Bulo Bulo. Para los futbolistas y el cuerpo técnico -muchos de ellos se enteraron de la existencia del club hace poco tiempo- una vidriera para mostrarse en la competición más importante de Sudamérica pese a los obstáculos logísticos que dificultan la correcta preparación de los partidos.
Pero también está el otro costado de la historia, el que hace que los equipos bolivianos tradicionales y el periodismo los miren de reojo: el controversial ascenso fugaz, su relación cercana con el poder, la poca claridad acerca del origen del dinero que los financia, la zona donde se asentó, los resultados sospechosos y los fallos arbitrales a su favor, entre otras circunstancias que enturbian y a la vez explican por qué la institución está donde está.

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