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La impactante historia del barra de Huracán al que Lali Espósito le dedicó una canción

Locura Villanueva, quien murió en diciembre, se fue de su casa para vivir en un colectivo abandonado y luego se sumergió en la delincuencia. Terminó paralítico tras un tiroteo, pero conoció a su pareja y formó una familia que le cambió la vida.

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Por Gustavo Grabia
Locura Villanueva

Pocos barras han tenido el mérito de ser inmortalizados por canciones de rock o pop. Porque por fuera de las cuestiones morales, a veces los músicos populares de nuestro país han sucumbido a ciertas cuestiones ligadas al fenómeno de la tribuna. El tema volvió a ponerse en el candelero por estas horas, después de la confesión de Lali Espósito, quien en plena nota de promoción de su último disco, “No vayas a atender al demonio cuando llama”, contó que el track número dos, llamado Lokura, está inspirado y dedicado en un personaje especial que llevaba ese apodo.

 “Fue mi primer amor, platónico. Locura era de la Barra de Huracán. Crecí a cinco cuadras de la cancha y él era un personaje mítico del barrio, un bombonazo mal. Era un barra muy peligroso y a la vez muy amoroso. Muy personaje de barrio, si se tiene que cagar a trompadas se caga a trompadas y si tiene que defender a los suyos lo hace. Te generaba respeto y miedo al mismo tiempo. Moría de amor por él, para mí era Brad Pitt. Era precioso, todas estaban locas por él", narró la artista en Luzu.

Ahora bien, ¿quién era exactamente Locura? Lali da una versión edulcorada, pero muy propia de un barrio donde Pablo Villanueva, tal su verdadero nombre, era un personaje omnipresente. Nacido en 1974 en el seno de una familia de clase media, con padre bancario que llegó a ser gerente de la sucursal del Banco Provincia de la zona, Locura era la oveja negra entre sus hermanos. Creció como se crecía en aquella época, alternando la casa, la escuela y la calle pero lo del estudio no era precisamente su fuerte. De hecho asistió al colegio Bernasconi donde se educaron generaciones de porteños pero repitió tres veces primer año y cuando cumplió 15 decidió que había otro ámbito que lo convocaba más: la plaza José C Paz, el hogar de la facción más importante y dominante de la barra brava de Huracán.

Locura Villanueva

Así como le contó en una nota al periodista Eduardo Anguita se sumó a la barra cuando tenía 15 años y viajó a ver al Globo a Mendoza sin avisarle a la familia. Cuando regresó, le dieron dos opciones: volver al colegio y enderezarse o dedicarse a ser barra. Pero si elegía esto último, ya no tenía lugar en el hogar familiar. Pablo optó por esta última opción y pasó a ser miembro permanente de la barra y a tener el apodo que marcaría su historia: Locura. Para vivir, eligió un colectivo destartalado y empezó a rebuscársela con la caridad del barrio hasta que vio cómo otro barra, de nombre Tomás, llevaba una vida holgada y se movía en una moto de alta cilindrada. Y esa fue su perdición.

Tomás le contó que Huracán era su vida sólo los domingos, el resto de la semana robaba. Sobre todo salideras bancarias. Y Locura cayó en la peor tentación y se unió a esa banda delictiva. En dos años de mala vida había conseguido un auto, una moto y un departamento. Pero algo falló en el plan del hombre que ahora tiene su canción. En septiembre de 1997 decidió con su secuaz hacer una salidera bancaria en la sucursal del Banco Galicia de la avenida Córdoba y Gallo. Pero apareció la Policía, hubo un enfrentamiento y Locura recibió tres balazos. El último le dio en la vértebra lumbar. Cuando cayó al piso, ya no se pudo levantar. Había quedado paralítico.

Primero fue preso al hospital Ramos Mejía donde pasó casi un año y después fue derivado a prisión donde sólo estuvo cuatro meses. Como el robo no se había llegado a consumar la causa era tentativa de robo con armas, pero alguien pagó 35.000 dólares y por más que hubo 13 balazos, un armero rompió el percutor del revólver y todo quedó como tentativa de robo simple. Un clásico argentino. Así pudo salir de prisión y su familia se puso a disposición. Tardó casi un año en volver a la calle, con su silla de ruedas. Lo primero que hizo fue ir a la Plaza José C Paz, donde lo esperaba la barra. De allí en más, todos los domingos se lo podía ver en la tribuna alentando con sus tatuajes del Globito y la camiseta correspondiente, convirtiéndose en un personaje para todos los que iban al Tomás Adolfo Ducó.

Locura Villanueva

Fue también en la cancha donde encontró a la persona que lo cambiaría definitivamente. Otra hincha de Huracán, en este caso apodada Coco, de quien se enamoró a primera vista. Con ella armó su propia familia y celebró la llegada de su hija Mía. Y si bien seguía siendo Locura, en la semana trabajaba llevando trámites y su única locura de verdad seguía siendo ir a ver a todos lados a Huracán.

“Es el terror del barrio, tiene fama de desacatado, no es solo un chico malo, acá lo llaman: Hijo del pecado”, canta Lali con una base rockera. Y Pablo Villanueva estaría orgulloso de esa descripción. Pero no llegó a escucharla. El 20 de diciembre de 2024 dejó para siempre este mundo y fue velado con una camiseta de Huracán pegada a la piel. Para muchos, un personaje con códigos. Para otros, un delincuente común. Lo cierto es que Lali hizo su canción que es la más reciente pero no la primera sobre un barrabrava. Quizá la más famosa fue compuesta por Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En 1985 Argentina asistía al álbum debut de la banda que marcaría el pulso del rock nacional. Y que traía como súper hit la canción La Bestia Pop. Mito o realidad, todo el mundo adjudica ese apodo a José Luis Torres, el capo de la barra de Gimnasia y Esgrima de La Plata desde 1979 hasta 1984. El Negro José Luis, nacido el 2 de noviembre de 1954, decía tener una entrevista de una radio local donde el Indio Solari aseguraba que se había inspirado en él. Si bien nunca la mostró, lo cierto es que al mismo tiempo que lideraba el paravalancha Tripero era un rockero que asistía a todos los shows en la ciudad que daban Pappo, Polifemo y sobre todo, Los Redondos.

Y aseguraba tener una amistad con Skay y su pareja, la Negra Poly, manager del grupo. Una vez le preguntaron al Indio por esa historia en la revista Rolling Stone y dijo que se trataba de un chiste interno, sin avalar pero tampoco sin dar por tierra el mito. Que se agigantó porque el Negro José Luis era un personaje complejo que llegó, por ejemplo, a pararse en las vías del tren para frenar una formación un domingo que Gimnasia jugaba con Racing en Avellaneda para que se subiera toda la hinchada. O como aquel día en Platense que como lo buscaba la Policía se trepó por un muro y entró por atrás a la cancha saltando sobre el techo de un puesto que vendía hamburguesas, para no ser detenido.

El tema es que los vicios hicieron lo suyo y su vida empezó a perder brillo. La barra quedó en manos de Marcelo Amuchástegui, el famoso Loco Fierro, y José Luis terminó siendo un personaje que causaba disturbios en la cancha pero también en Plaza Italia, donde paraba. Murió a los 46 años y al igual que Locura, para la mitad de La Plata era un hombre con los códigos de antes, para la otra mitad un ser al que había que evitar.

Locura Villanueva

Si de canciones famosas hablamos Luis Alberto Spinetta compuso la más conocida pero también la más trágica sobre un suceso aberrante que sucedió en una cancha de fútbol. El tema La bengala perdida de su disco Tester de Violencia está dedicada a Roberto Basile, el empleado bancario de 25 años hincha de Racing que había concurrido el 3 de agosto del 83 a ver a su Acadé frente a Boca y terminó asesinado en La Bombonera cuando desde La Doce partió una bengala marina que le dio justo en el cuello a él, que estaba en la segunda bandeja que da al Riachuelo. El hecho se produjo cinco minutos antes del comienzo del partido, que insólitamente se jugó igual. Era la época en que la barra de Boca estaba dominada por el Abuelo y quería conquistar a todas las barras y tenía cuentas pendientes con la de Racing, que era liderada por El Cordobés. Aquel asesinato tuvo dos culpables: Roberto el Nene Caamaño y Miguel el Narigón Herrera, primeras líneas de La Doce. Pero aunque la fiscalía pidió 15 años por homicidio simple, la Justicia sólo los condenó a dos años por homicidio culposo. Verdaderamente increíble.

Más cerca en el tiempo y también referido a La Doce, Zaramay hizo una canción llamada No me ronques que tiene participación de Rafael Di Zeo y una de sus mano derecha, Mariano Mantarro. Cultor del malianteo, una corriente del trap que ensalza la vida en las calles y sobre todo la violencia en las mismas, también se fotografió con la barra brava de Rosario Central y con Lucho Cantero, uno de los más pesados de Los Monos, todos posando con armas. Pero la canción que tiene más de un 16 millones de vistas en youtube y dice “En Argentina ya ninguno me pude hacer desafío, el mundo es mío”, está hecha junto al jefe de la barra brava de Boca que mira fijo a cámara y toma un trago mientras Zaramay canta vestido con la ropa que lleva el logo de Jugador Número 12.

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