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Platense en otra final: milagros inesperados

Bajó en fila a Racing, River y San Lorenzo. Un equipo bien trabajado y bien armado. Ya es hora, Calamar, a 120 años de la fundación.

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Por Alejandro Fabbri
Platense
Goza el Calamar, sufre el Cuervo. La final con Huracán es justa por los dos (Fotobaires).

Ni al más ferviente hincha de Platense se le pudo haber ocurrido que la final del torneo estaba al alcance, tan cerca como sucedió. Cuando se armó la llave, el cuadro de partidos, uno leía y veía que se venían Racing (en Avellaneda), si le ganabas ibas con River (en el Monumental) y después tocaba Argentinos en Paternal o el Ciclón en el Gasómetro. Tu cancha no existía más. Imposible jugar de local, porque quedaste sexto en la tabla de tu zona.

La confianza en los jugadores y en el trabajo de la dupla técnica era muy grande y fue en aumento. Sergio Kanú Gómez y Favio Orsi han desarrollado un trabajo intenso desde que llegaron y lo fueron plasmando. Encontraron el equipo ideal a mediados del torneo y le dieron rodaje. Una defensa afirmada en el triángulo (Cozzani-Vázquez-Salomón), con dos laterales que marcan, se proyectan, son veloces y hábiles para entender el juego (Saborido y Silva). Dos medios defensivos todo terreno (Picco y Herrera), el cordobés Mainero por la derecha, Taborda por el centro y la izquierda, Lotti de punta y el paraguayo Martínez cerca suyo.

Así se armó contra Racing, así jugó contra River y San Lorenzo. La defensa áspera y muy atenta a los atacantes rivales (Maravilla Martínez no pudo ni rematar al arco), salida rápida y ataque con tres, cuatro o cinco jugadores (así llegó el gol de Taborda a River), aprovechando también la capacidad del equipo para usar bien las pelotas detenidas (el gol de Zapiola) y llenar de centros precisos el área rival (gol de Orsini a Racing).

El resumen de la clasificación a la final fue una victoria merecida contra un Racing que no tuvo claridad ofensiva y tampoco supo cuidar su arco, al punto que Platense estuvo cerca de hacerle el segundo gol. Superada esa primera sorpresa, el partido del Monumental, con 85 mil hinchas de River y un clima ensordecedor que no amilanó a nadie. El gol de Taborda fue una excelente réplica con el local mal parado y desde ese momento (30m del primer tiempo) hasta los últimos minutos del partido, todo estaba controlado.

River no llegaba, sus figuras no lograban encenderse, Platense neutralizaba todos los intentos y encima no tenían puntería. El árbitro Falcón Pérez inclinó la cancha para el arco de Cozzani y complicó emocionalmente a los jugadores calamares, al dejar pasar varias faltas de los locales. Así llegó el penal de Borja y el empate. Sacaron del medio y terminó. En los penales, las autoridades tuvieron algo de dignidad: vieron que Armani se adelantó e hicieron que ese penal se pateara de nuevo. Gol de Zapiola, Cozzani se lo ataja a Driussi y penal que convirtió Schor. Triunfo 4-2, con un juez que quedó ubicado entre los peores.

La emoción de Gómez al dedicarles la victoria de Platense a su madre y hermano fallecidos

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Ya era demasiado, mucho para el ambiente Bover: en los mismos cuartos quedaron afuera Boca y River, también los líderes de las zonas (Argentinos y Central) algo que hizo que una mayoría de periodistas le quitaran valor o disminuyeran su valía a lo que quedaba del torneo. Encima, se fueron rojos y azulgranas, uno por penales, el otro por el gol de Zapiola. Aunque a muchos les moleste, la final entre Huracán y Platense, es justa. Se lo merecieron los dos.

Huracán tuvo su partido de local y derrotó al duro Riestra, pero después se plantó en Rosario y en Avellaneda, aunque a Independiente lo superó en el juego terminó con penales. Platense hizo un poco más: le ganó bien a Racing, fue llevado a los penales por Falcón Pérez y pasó el trance y ganó en el Nuevo Gasómetro después de 31 años. ¿Se puede pedir algo más? Sí, dice la mayoría, “que hagan el último esfuerzo”. Eso harán los jugadores del Marrón, pero si no consiguen el resultado igualmente quedarán en la historia grande de los últimos años. Encima, Platense llegó a la final en el día de sus 120 años de fundación y es el único de los primeros veinte equipos en la tabla histórica de todos los tiempos del fútbol argentino que no salió campeón. Ya es hora, Calamar.

Huracán, un poco más aliviado, buscará repetir lo que conquistó el gran Menotti en 1973. Son otros tiempos, más flacos en juego, pero más llenos de pasión en las tribunas. En el tiempo de la crueldad, los poderosos no pudieron con dos equipos bien armados y resueltos.

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